Sumamente curiosa resulta la petición que se ofrece a continuación, elevada por la Hermandad del Stmo. Cristo de San Agustín a la autoridad eclesiástica en 1922. Concretamente el 31 julio de ese año, y ante la proximidad de las funciones anuales en honor del Cristo de San Agustín -en forma de quinario-, del 4 al 8 de agosto, fecha de la renovación del Voto de la Ciudad, el presidente de la Hermandad presentó la solicitud para exponer solemnemente el Santísimo en los ejercicios de esos días.
El presidente, como había sido muy frecuente en las décadas anteriores, era entonces un presbítero. Ciertamente los sacerdotes abundaron siempre en una corporación que había sido fundada en 1680 por caballeros y eclesiásticos. En 1922 era presidente -así se denominaba entonces al hermano mayor- el beneficiado de la Catedral granadina D. Enrique Muñoz Fernández.
Seguramente como todos los años, cursó esta petición para que, en dichos días, como se hacía desde tiempo inmemorial, «pueda exponerse solemnemente el Santísimo Sacramento tanto en los ejercicios de la mañana como en los de la tarde». Era una forma, explicaba textualmente, de que «no decaiga el esplendor de estos cultos».
Debe considerarse que la exposición solemne del Santísimo Sacramento era un signo de distinción especial en determinadas fechas y que además era costumbre, hasta el Concilio Vaticano II, que la Sagrada Hostia permaneciera manifiesta a los fieles incluso en el transcurso de la misa, costumbre hoy desechada al subordinarse inexorablemente los actos de adoración eucarística a la celebración de la misa, en la que tiene lugar la consagración.
Esa exposición solemne se pedía para los cinco días, tanto por la mañana como por la tarde. Las misas de la mañana, generalmente celebradas por el capellán del convento, tenían lugar a las diez y media y se consideraban «funciones de Instituto». Las vespertinas, más solemnes, conformaban propiamente el Quinario. Se celebraban a las cinco de la tarde y predicaban insignes oradores. Hoy, con carácter cuaresmal celebra la Hermandad el Quinario en honor del Cristo de San Agustín.
La petición fue aprobada con celeridad por el Arzobispado, cuya autorización (la escueta nota mecanografiada: «Como se pide con las indulgencias acostumbradas») aparece datada el día 1 de agosto y firmada por el Secretario de Cámara y Gobierno, D. Pedro Casanova, uno de los tres sobrinos que trajo consigo el arzobispo -después cardenal- D. Vicente Casanova Marzol, que había entrado pública y oficialmente en Granada ocho meses antes, en diciembre de 1921.