“No nos retiremos de la Iglesia porque veamos la cizaña en ella. Únicamente hemos de esforzarnos en ser nosotros trigo” (San Agustín)
Con gozo felicitamos en este día a toda la Comunidad de Agustina de Granada en la Festividad del Fundador de la Orden en la que nació nuestra Hermandad.
San Agustín, Obispo de Hipona (395-430). Doctor de la Iglesia. Es el Padre más grande de la Iglesia latina: hombre de pasión y de fe, de altísima inteligencia. Dejó una profunda huella en la vida cultural de Occidente y del mundo. Convertido a Cristo, lo siguió durante toda la vida y es modelo para toda persona en la búsqueda de Dios.
Su itinerario intelectual y espiritual constituye un modelo válido en la relación entre fe y razón. Pocas veces una civilización ha encontrado un espíritu capaz de acoger sus valores y de exaltar su riqueza intrínseca, inventando ideas y formas de las que se alimentaron las generaciones posteriores, como subrayó también Pablo VI: “Se puede afirmar que todo el pensamiento de la antigüedad confluye en su obra y que de ella derivan corrientes de pensamiento que empapan toda la tradición doctrinal de los siglos posteriores” (AAS, 62, 1970, p. 426: L’Osservatore Romano, edición en lengua española).
San Agustín es, además, el Padre de la Iglesia, que ha dejado el mayor número de obras.
Nació en Tagaste, en la provincia de Numidia, en la África romana, el 13 de noviembre del año 354. Era hijo de Patricio, un pagano que después fue catecúmeno, y de Mónica, cristiana fervorosa. Esta mujer apasionada, venerada como santa, ejerció en su hijo una enorme influencia y lo educó en la fe cristiana. San Agustín había acogido también la sal, como signo de la acogida en el catecumenado, y siempre quedó fascinado por la figura de Jesucristo. (de los “Grandes maestros de la Iglesia de los primeros siglos”, Catequesis de Benedicto XVI, Ed. EDICE 2009)
Innumerables hombres y mujeres a lo largo de los siglos se han sentido atraídos por el amor a Cristo, siguiendo el modelo que encontraron en San Agustín.
Nuestra felicitación a todos los religiosos que siguieron los pasos del Obispo de Hipona, y que nos legaron la devoción al Sagrado Protector de Granada.