(Plano de la ciudad de Granada, por Ambrosio de Vico [del.] y Francisco de Heylan [sclp.], h. 1612)

Alrededor de 1520 o poco después la Comunidad de Religiosos Agustinos Calzados de Granada encarga a Jacobo Florentino la hechura de una imagen de crucificado para la iglesia de su convento, ubicada en lo que hoy es el Mercado municipal de San Agustín y la plaza del mismo nombre. Este simulacro de Cristo pronto caló en el fervor popular y comenzó a ser eje de la devoción de los granadinos, debido a los muchos favores que se le atribuían. Así, en 1587 se hicieron rogativas al Santo Cristo, por verse Granada asolada por los efectos de una terrible sequía, rogativas que se vieron recompensadas con abundantes lluvias que salvaron la extrema situación de la población. Casi medio siglo más tarde, en 1635, se conoce una nueva rogativa a causa de la sequía, recibiéndose a la devota imagen de la Virgen de las Angustias ante el Santo Crucifijo, en el cenobio agustino.